10

Abr

2019

En el Mirador histórico de Juli, Puno

Alumnos de Historia y Gestión Cultural desarrollan un proyecto de investigación en las alturas

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A más de 3800 metros de altura, cuatro estudiantes de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Piura, dirigidos por un egresado de esta Facultad, revisan la documentación resguardada en la Prelatura de Juli.

Por Elena Belletich Ruiz. 10 abril, 2019.

La Prelatura de Juli acogió, durante dos siglos, a los jesuitas. “Sus huellas pastorales, únicas e inéditas, forman parte de este mirador histórico, compuesto por más de mil libros parroquiales”, indica el gestor cultural Carlos Zegarra Moretti (Promoción 2009, UDEP).

Carlos dirige el proyecto cultural “Descripción y difusión del fondo documental ‘Libros parroquiales’ del archivo histórico de la Prelatura de Juli”, en el departamento de Puno. Desde allí, su vena histórico-poética describe su quehacer: “al nivel de las alturas azuladas del lago Titicaca, nos hallamos sumergidos en folios remotos que nos trasladan a la alegría por el bautizo de hijos de caciques, uniones mestizas entre españoles e indígenas; pero, también a los lamentos a causa de la muerte de familiares y esposos por pestes, rebeliones independentistas y guerras limítrofes, y más”.

Junto a él, participan en el proyecto, en calidad de practicantes, María Elena Ruesta, Diego Chahua León, Gabriel Cruz Cielo y Estephani Dioses Ortiz, estudiantes del programa de Historia y Gestión Cultural de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Piura. Los jóvenes gestores decidieron ir a Juli, el eje turístico más importante del sur de Puno, movidos por sus ansias de tener nuevas experiencias profesionales, en nuevos paisajes humanos, naturales y culturales, nos dicen.

Tres de ellos (Diego, Estephani y Gabriel) realizaron el verano pasado una estancia de prácticas en el Centro Cultural “San Juan Pablo II” en Ayaviri (Puno), los que les permitió entrar en contacto con las posibilidades de esta región. Por su parte, Carlos ya cuenta con una mayor experiencia de trabajo en la zona andina, pues del 2010 al 2018, trabajó en el Instituto de Pastoral Andina. Estuvo a cargo de proyectos culturales y de investigación histórica; y, desde el 2013, realiza estudios de posgrado en el Departamento de Estudios Americanistas de la Universidad de Bonn, donde actualmente cursa un doctorado, que dejó en pausa para ejecutar este proyecto.

Los archivos históricos
El proyecto, avalado por el actual obispo de Juli, Mons. Ciro Quispe López, refiere Carlos Zegarra, es financiado por una agencia internacional y comprende actividades de descripción archivística y conservación documental. En su primera etapa, el proyecto contó con el apoyo del entonces obispo de Juli Mons. José María Ortega Trinidad, ahora, prelado emérito.

“La propuesta se centra principalmente en un bien cultural poco atendido por las personas responsables de la dinamización cultural: los archivos históricos. A diferencia de un templo virreinal o una huaca prehispánica, un archivo suele ser visto como un lugar de investigación para estudiosos y no como un atractivo turístico”, dice Zegarra.

Destaca que la gestión cultural que, suele ser enseñada en varios espacios, por lo general es usada al servicio del consumo turístico por el flujo económico que genera. “Esto no ocurre para un archivo histórico para el que el apoyo es muy limitado. De allí la importancia de las ayudas internacionales en proyectos como el nuestro. El nuestro participó en una convocatoria del programa Iberarchivos siendo aceptado en el 2018 como el único para el Perú y dirigido a un archivo eclesiástico. Inició en diciembre de 2018 y debe culminar en abril de este año”, refiere Zegarra.

El proyecto comprende cuatro componentes: descripción, investigación, conservación y difusión. El coordinador dice que lo que buscan es saber qué hay y descubrir qué se esconde en esas letras pasadas. “Esto es un primer paso para poder identificar y transmitir valores patrimoniales a diferentes poblaciones”.

“Estos meses de trabajo han sido la etapa de siembra de una pequeña semilla, la cual hemos plantado con trabajo diario y anhelo. Sin embargo, dependerá de las autoridades de la prelatura cuidar esta planta para que florezca. Sin duda, tras este proyecto, se pueden realizar otros más concretos como: restauración más técnica e investigaciones a largo plazo”, subraya.

En cuanto a objetivos medibles, al momento, se ha logrado el inventario y catalogación de todo el fondo, realizando una ficha descriptiva por cada libro (más de mil). Asimismo, se vienen elaborando cajas archiveras para cubrir el 75% de la documentación histórica.

Un proyecto singular
Para el coordinador del proyecto, Carlos Zegarra, gracias a estas labores y a las investigaciones en el repositorio de Juli, que contiene documentación referente a los jesuitas en los siglos XVII y XVIII, se podrá saber “quiénes estuvieron aquí y cuál fue su labor cultural y pastoral. Al ser los jesuitas tan importantes para la identidad del distrito, el archivo se muestra como la memoria de esa identidad”.

“Cuando un experto habla de Juli, habla de la egregia cohorte de jesuitas del siglo XVI (artistas, aimaristas, teólogos, etc.) y que fue el punto de partida a misiones del sur. Sin embargo, queda sin responder quiénes fueron los jesuitas posteriores (del siglo XVII, del siglo XVIII), y valorar su rol no en función de lo que pasó en Paraguay sino de lo que hicieron en Juli. Estas preguntas historiográficas se pueden responder con la documentación que atesora la diócesis juleña. Es decir, su relevancia desde un punto de vista histórico es su aporte con nuevas y muy particulares fuentes sobre la labor jesuita en este distrito puneño”, comenta.

Sin embargo, advierte que el archivo de la Prelatura de Juli no se agota en el conocimiento de los miembros de la Compañía de Jesús. “Existen muchos temas más que se pueden investigar (autoridades indígenas, visitas pastorales, economía parroquial, arquitectura, postura de la Iglesia ante sucesos como rebeliones, guerras, etc.). Es lo inédito y particular que caracteriza a este archivo, que puede confirmar, matizar o contradecir mucho del conocimiento histórico aceptado”.

Aporte a la identidad e historia nacional
“La historia de cada persona, de cada lugar, de cada sociedad integra nuestra identidad”, afirma Carlos, quien está convencido de que la investigación que desarrollan, y futuros estudios, permitirán precisar y corregir más de un error en la historia de Juli, conocida hasta hoy. Por ejemplo, dice: “el plano turístico distrital parte de las huellas de los jesuitas, sin embargo, para un historiador, se puede detectar muchos datos sin asidero documental”.

Señala que el proyecto que realizan contribuye a la cultura de estas parroquias porque puede dar paso a investigaciones históricas, cuyos resultados ofrezcan una “historia histórica”. Asimismo, desde otro punto vista, se puede medir la trascendencia de esta investigación “en cuanto muestre de forma directa y cercana a las autoridades eclesiásticas locales el rol de la cultura. Estamos seguros de que el obispo será una invitación para mirar más el patrimonio que custodia, no sólo el archivo, también la arquitectura, los lienzos, las prácticas religiosas, etc.”.

Es importante saber

  • Más de mil unidades documentales de las parroquias alrededor del lago Titicaca conforma el repositorio de la prelatura, casi tantas como las de Ayaviri y Sicuani juntas.
  • La feligresía de la prelatura es de habla quechua y aimara, rasgo prioritario en su identidad.
  • La documentación data desde las primeras décadas del siglo XVII hasta el XX.
  • El fondo principal del archivo es “Libros parroquiales”. Conjunto de partidas sacramentales: bautizos, matrimonios, entierros, que aportan información muy valiosa de las personas, condiciones sociales, de salud y otras, de la época. “En las páginas amarillas de estos libros han quedado registradas diferentes dinámicas sociales y eventos ocurridos en la época. Por ejemplo, se puede evidenciar el diferente trato en rituales de bautizo o de muerte según las categorías sociales propias de la época. El ritual mortuorio de un cacique era totalmente diferente al de un indio común o de un español. Las alianzas mestizas de poder podrían mostrarse en el bautizo del hijo de una autoridad español nombrando a la autoridad indígena de padrino”, explica Zegarra.
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